Mi primer viaje en tren....

Mi primer viaje en tren

Y es que lo recuerdo muy bien, pues, no tenía mas de 7 años y estando en casa de mis abuelos Cheo y Luisa Amelia en Barquisimeto, mi abuelo nos llevó de paseo a la estación de ferrocarriles de occidente, ubicada en la zona industrial de esa ciudad, nos trasladamos en su coche, un esplendido Dogde Polaris 8 cilindros, que en esos años representaba un lujoso automóvil con las novedades de lujo existentes; asientos confortables y ajustables, apoyabrazos en los asientos delanteros y traseros, aire acondicionado, dirección hidráulica, vidrios eléctricos, antena incorporada en el parabrisas y un motor con una sobre marcha interna de insospechable potencia. Al llegar a la estación, un paseo por los andenes y una respectiva merienda, luego dispuestos y ya con el estomago lleno, la salida del tren, rumbo a Morón.

En el vagón nos ubicamos en los asientos cerca de la ventana, aprovechando que éramos unos de los primeros pasajeros en partir y que no contaba con asientos numerados. Al partir vamos dejando a nuestra derecha la ciudad y sus casas, lo blanco y horizontal que crece Barquisimeto, pues, según las ordenanzas establecidas por el consejo municipal, no están permitido construir viviendas (edificios) que sobrepasen los 8 pisos, ello con la intensión de expandir y crecer de forma horizontal. En ese Barquisimeto de calles estrechas y casas de adobe (ladrillos de barro) y tejas (techos de caña brava), con ventanas grandes de postillos, patios internos, doble puerta a la entrada con ventanillas y sajuanes a la entrada de las casas.
Entre su constante musical sonido sobre los rieles, nos deleita la brisa de colores que al entrar en las montañas que colindan con el rió turbio bajan desde la montaña a las praderas de Yaracuy, la vegetación se diluye entre colores y y espesos árboles que a lado de nosotros despiden nuestro recorrido, vamos llegando a pueblos y destinos diferentes, donde en cada una de sus paradas, van subiendo miles de rostros, colores y olores diferentes. Nos vamos quedando con menos espacio, más bullicio y animales en cada una de las cestas y bolsos que acompañan a los vecinos pasajeros.

Ya, y después del paso de ciudades como; San Felipe y Aroa, nos recibe el calido aliento que nos abraza desde el poniente horizonte, para darnos la bienvenida a nuestros azules y lacios mares,….. Estamos llegando a Morón, el destino final de este pequeño y grandioso paseo, en el que a través de unas manos inolvidables, conocí el tren en un paseo con mi abuelo.

F. Jiménez
Continuará....

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