Manuel y Luisa.....

Manuel Corao y Luisa (la mamá de mi padre y el segundo esposo de ella). Los recuerdos van realmente como todos desde la niñez, pues, siempre estuvimos cerca de ellos, y en muchas oportunidades hasta compartiendo casa,… por lo menos, siempre tengo presente la casa en la Urb. El Paraíso en Caracas, donde vivían ellos, de pequeño disfrutaba muchísimo el pasar el fin de semana allí, o tal ves alguna tarde que pasábamos de visita, aunque en una oportunidad estuvimos viviendo allí, la verdad que la casa era grande, pues, si mal no recuerdo, estaban también, a parte de mis abuelos, mis tíos; Enrique y Chucho, mi tía Luisa y Cesar y sus hijos, a parte de nosotros, o sea que algo así como que 12 a 14 personas… como dicen por acá… Joder!..., que los llamados pisos pateras se quedan lerdos delante de esto…. Jejeje.

En el tiempo en que vivimos en casa de mis abuelos en el Paraíso, no se si coincide el nombre, pero, la verdad que lo pasamos muy bien, por lo menos yo si…. Eran esos días y época de la carreta a caballos que te paseaba por toda la urbanización, así como, el frutero que con su carro lleno de verduras y frutas, pasaba de calle en calle vendiendo la mercancía, y quien no recuerda, el camión de los Helados EFE, que se identificaba con la música que al paso sonaba en el megáfono. Y es que nuestra infancia transcurre realmente en entornos contrastados de distintos sabores y colores.

En casa de mi abuela tenían un perro, un Terrier de Aireadle de nombre “Barqui”, además de muchas cosas que recuerdo bien de la casa; el reloj de péndulo, el reloj con la figura de bethoven, los cuadros de los indios (no se quien sería el pintor), el sofá a la entrada y a la derecha el comedor, seguías por una puerta y tenias a la izquierda la escalera que te llevaba al piso superior, a mitad de escalera, en el descanso una ventana por donde podías salir a la azotea, en al piso inferior, un closet al lado de la escalera, a la derecha la puerta para entrar a las habitaciones de mi tía Luisa y Cesar y los hijos (ellos tenían 2 habitaciones disponibles), luego otra puerta con un baño y la entrada a la cocina, bueno, a un comedor mas pequeño, con mesa y sillas, luego al lado si estaba la cocina y la salida al patio interno y la puerta al garaje. En la parte superior salías a mitad de un pasillo a la derecha 3 habitaciones, la de la izquierda de chucho con un balcón pequeño que quedaba justo en la parte superior de la entrada principal de la casa, en el centro, nuestra habitación, con 3 camas y un a ventana que daba hacia el garaje, la de la derecha de Enrique, al lado derecho del pasillo, a la izquierda otra habitación que creo recordar usaban mis padres, a la derecha el baño principal, por cierto inmenso con una bañera y recuerdo quedaba algo mas alto que el nivel del piso del pasillo, al fondo la habitación de mis abuelo, que en este momento, cierro los ojos y recuerdo bien los colores y los olores del perfume y la colonia de mis abuelos, allí también recuerdo una silla mecedora. Este pasillo no culminaba allí, pues, giraba justo antes de culminar y se comunicaba con la biblioteca de mi abuelo, en la que recuerdo un equipo de remo (para ejercicios) en madera, un reproductor de cassette que podías colocarle hasta 6 y el los giraba automáticamente uno a uno, así mismo, había una maqueta de un proyecto… coro-coro…. Por supuesto el escritorio de mi abuelo y una sillón espectacular y cómodo,… en esa época estudiaba 2 grado en el colegio Libertador de chacao en el turno de la tarde (Leo lo hacia en la mañana), para trasladarme, mi padre nos enseño a tomar el autobús, el Ensa Ruta 5, que iba desde Antímano hasta el Marqués, lo tomábamos en la av. Páez, y de allí atravesaba media Caracas hasta la av. Libertador, de allí caminamos como una cuadra hasta el colegio, yo recuerdo salía a eso de la 1:00 pm y llegaba a las 6:30 o 7:00 pm a casa todos los días, salvo aquellos, en que por quedarme dormido, me fui hasta Antímano y a fuerza de unas lagrimitas y un tremendo susto, me daba el conductor el pasaje para que regresara a casa (menos mal…uff).

De esos tiempo en que mis abuelos vivían en El Paraíso, tengo muchos buenos recuerdos; el precioso auto mercedes benz (de “encendido eléctrico”) que usaba mi abuela, el Estadio Nacional, la heladería Apolo, la “Qta. San Judas Tadeo” que estaba justo en frente de la casa, la Urb. El Rosal, donde muchas veces jugamos pelota, pues, la calle de acceso a la urbanización (por cierto bien pequeña) era amplia y nos permitía usarla para ello, de paso, no había tanto tráfico, la casa de mis tíos-abuelos (una hermana de la mamá de mi madre), los Villega, la casa de los padres de mi tío Freddy Lagarde (esposo de una hermana de mi madre, Memela) que quedaba muy cerca de allí, la casa de mi tío-abuelo Guillermo Perera (hermano de mi abuelo Cheo), los primos y sus trenes, la casa de Pepeto, en fin cantidad de cosas que vivimos en esos tiempos…..

Mi abuela Luisa era realmente muy inquieta y activa, una persona que a su manera nos demostraba mucho afecto, aunque también estricta, claro, supongo que tener ese ejercito de chicos en casa no sería fácil. Recuerdo bien las comidas en el salón y el tomate que nos hacia comer, y ni decir que no me gustaba, pues, de seguro me tocaba otra rodaja más… jejeje, bueno, lo haría con toda la buen a intensión. La ves que nos íbamos a Chile, nos llevó a los tres mayores a su cuarto (Luís, Leo y yo), a todos nos dio un trozo de tela, botones, aguja e hilo de coser y nos enseño a poner botones y a zurcir, ello con la intensión que ayudáramos a mi madre,… por cierto, como anécdota, cuando empezamos el cursillo, lo primero hilvanar la aguja, nos explico; agarra un trozo de hilo (el necesario a utilizar) y la aguja, luego mojas un poco la punta del hilo con la lengua y lo pasamos a través del agujero de la aguja, bueno, en eso estaba yo trabajando, pero sin éxito, pues, creo que se desesperó y me ha dado un pellizco en el brazo que del tiro, zuas!, pase el hilo…. Desde ese día no hay aguja que se me quede sin pasarle el hilo,… jejeje.

La verdad que pasado el tiempo, mi abuela paso a ser realmente la abuela, muy cariñosa siempre con todos, con unos ojos preciosos que al mirarte hablaban,…

Mi abuelo Manuel Corao, al que nosotros siempre llamamos el abuelo “Corao”, era un personaje lleno de sabiduría, de exquisita conversación y una cultura general impresionante, la verdad que siempre me encanto escucharle sus comentarios, historias y cuantas cosas te mencionaba siempre, (el libro gordo de petete,….), pues, sabía de todo y estaba al día siempre, de sus aficiones siempre recuerdo el tablero de Ajedrez, pues, fue el quien me enseño a jugar cuando pequeño; las piezas, los movimientos, “el jaque al pastor”, el enrroque, en fin todo lo que en el corto tiempo que estábamos de visita en su casa podía y compartía con nosotros, además del ajedrez su afición al Tenis, que jugaba con los vecinos de la urb., todo un atleta,… en casa de mi abuelo siempre hubo un perro, pero, aparte de barqui que lo recuerdo de mi niñez, hay dos que recuerdo muy bien; Diablo y Argos, el primero un pastor belga y el otro un pastor alemán, ambos adiestrados por el, aunque solo Diablo que era el mayor estaba bien adiestrado, pues, Argos no le hacía mucho caso…. Entonces era la época en que llegabas a casa de los abuelos y mi abuelo salía a enseñarte todas las cosas que le había enseñado a Diablo, la verdad lo disfrutaba mucho,…. Otras de las aficiones de mi abuelo, eran los idiomas, la verdad no se cuantos hablaba o al menos los conocía, pero, le fascinaba mucho el frances, y es que mi abuelo “Corao”, lleno de mucho afecto a cada uno de nosotros y la imaginación de todos los que compartimos con el parte de sus vida.

Que puedo decirles de mi abuelo Corao que no sepan uds….. pero, de algo estoy seguro, nos ha dejado a todos siempre en el tablero un buen juego y muchos enrroques importantes en nuestras vidas, que de seguro han servido para mas de un jaque mate………
Continuará...

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