José Tomás y Alcira......

JOSE TOMAS y ALCIRA (El padre de mi papá y la segunda esposa de mi abuelo, como les comenté al principio) El padre de mi papá, o el abuelo "Gordo" o “Jotate”, como también lo conocía mucha gente, nació en Cumaná, fue Ginecólogo y el encargado de traernos al mundo a cada uno de nosotros, a excepción de mi hermano León Manuel, que nació en la República Dominicana (vaya saber que hacían mis padres por allí, pero, eso será para otra ocasión…), todos los que pasamos por sus manos, así como mi madre,…. jejeje, nacimos en Caracas, en la Clínica Sthory Ruiz (de la candelaria), lugar donde mi abuelo, tenia su consulta, a parte de los otros tantos lugares en los que trabajó, pues, era un médico muy reconocido, y es que mi abuelo “Gordo” formo parte de aquellos estudiantes opositores al régimen de Juan Vicente Gómez, identificados como los de la Generación del 28, año en el que fue el Presidente de la Federación de Estudiantes de Venezuela. Entre las tantas otras cosas que realizo, fue miembro del Comité Central del Movimiento de Organización Venezolana ORVE, fundador de la Revista Médica de Panamá, médico en España, México, San Fernando de Apure, San Juan de los Morros, La Guaira y Caracas, en donde se desempeño como profesor de Obstetricia en la Universidad Central de Venezuela, Miembro de la Academia Nacional de la Medicina y escritor de varios libros de historia de la medicina en Venezuela.

(Foto. Generación del 28. Mi abuelo esta en la segunda fila sentado, el tercero de izquierda a derecha, con ambas manos apoyadas al bastón, una encima de la otra)

La verdad que siempre al comentar algo sobre mi abuelo, me sentía y aún, orgulloso de todas las cosas que había hecho en su época, sobre todo, pude ver y vivir algunos relatos, que actualmente forman parte de la historia de Venezuela. No menos importante, si alguien mencionaba en el liceo, que yo era nieto de uno de los integrantes de ese valeroso grupo de estudiantes. Por otra parte, a mi abuelo lo veíamos con menos frecuencia que el resto, hoy pienso, que debieron de existir ciertas desigualdades entre mi padre y el, pues, siempre había mucho respeto de por medio y creo que mucho amor, pero, algo como en el fondo distante que no entendía en esa época y hoy, la verdad no le he pedido nunca explicación a mi padre, pero, de esta misma forma, lo veía. En cada una de nuestras visitas a su casa, nos tenía algún obsequio, y ni hablar en las navidades, siempre al llegar, en el salón principal de la casa, estaban todos los regalos, distribuidos e identificados con sus respectivos nombres, aunque sabemos que mucho de estos arreglos los hacía mi abuela Alcira, que parecía un remolino, siempre tan despierta y muy activa (parecida a mi querida suegra,.. jejeje, esto con mucho cariño y respeto).

Su casa, a la que en muchas ocasiones llegamos y nos quedamos a dormir, siempre me pareció maravillosa, me fascinaba la decoración; el estilo colonial, el patio interno, la biblioteca, fotos viejas, su boina y el bastón a la entrada, el salón principal, que solo se abría en ocasiones especiales, y ese peculiar olor de toda la casa, que se impregnaba la colonia que mi abuelo siempre usaba.

Además, contábamos siempre con la excelente despensa que tenía mi abuela en la cocina, donde nunca faltaban cantidad de golosinas, galletas y tantas cosas más para nosotros, esa era otra de las cosas que cuando niño te encanta de las casas de los abuelos,…. Era divertido jugar en la casa, pues, era muy grande y disponía de infinidades de posibilidades para dejar volar la imaginación y trasladarse a otras épocas, con solo pasear de un lado a otro. Los corredores donde infinidad de veces jugábamos al “escondite”. Ahora recuerdo, a la entrada, en el jardín había una piedra, que tal vez hoy día no fuese tan grande como yo la veía cuando niño, pero, allí también jugaba e inventaba cantidad de historias, en ella estaba el nombre de la casa “Ajaiz” (si mal no recuerdo).

Recuerdo bien a mi abuelo en la mesa cuando nos disponíamos a comer, era el momento de las enseñanzas que aún recuerdo muy bien, pues, el estaba muy pendiente de todos los buenos modales que debíamos de tener en la mesa, y a su manera nos los corregía…. un codo en alto, y zas!, un leve toque con el mango de su cuchillo en el codo volador, y las palabras de mi abuelo diciéndote; “vas a volar”… baja el codo…. Todo esto, con un juego de cubiertos que el usaba, distinto a los nuestros, creo de plata…. así pasaba en cada comida en casa de mi abuelo, hoy día agradezco esas buenas enseñanzas. Otra de las cosas que recuerdo, es que siempre al llamarnos, lo hacía utilizando nuestro nombre por completo, en mi caso; “Francisco Eliseo”… y así con todos los demás, nunca fue partidario de los sobrenombres, por eso no le gustaba que nos llamasen con diminutivos.

Mi abuelo Gordo a esas horas de la tarde cuando llegaba (supongo que del trabajo), se sentaba en el salón donde estaba el televisor, allí tenía un sillón donde se sentaba a descasar, también había una hamaca, en la que mas de una ves jugamos mis hermanos y yo.

Hoy día que me he puesto a escribir un poco a cerca de ellos, me doy cuenta de que hay y hubo muchas cosas que no compartimos, que tal ves por las circunstancias ajenas a nosotros, no nos la ofrecieron, pero, algo que es importante en todo esto, es saber que y como fueron ellos, y decirles a nuestros hijos al menos parte de esas pequeñas historias que nos identifican como familia a través de generaciones, y entender que ellos son parte de nuestro presente.
A mi abuelo Gordo no le vi reír mucho, más bien poco, pues siempre fue para mi alguien muy serio y de pocas palabras, el expresaba o demostraba el afecto de otra forma que te dabas cuenta de ello, en pocas ocasiones graciosas, pues, al igual que todos mis otros abuelos, era una persona muy refinada a la que nunca le oí decir alguna grosería, pero, como anécdota que recordaremos siempre, esta la ves que nació nuestra hermana Claudia Efigenia (por cierto el segundo nombre se lo puso mi abuelo, así se llamó su madre), se puso a jugar con las luces que indican en la sala de espera el sexo del recién nacido, y es que a esta alturas ya éramos 5 hermanos varones y la llegada de la NIÑA, fue una sorpresa agradable.
En una de las navidades en que pasamos por su casa, recuerdo bien, me tenían de regalo una batería pequeña (estaba yo en la misma época en que está ahora mi hija María Gabriela, ya sabrán…..), era de lo mas bonita, y de seguro algo costosa, su redoblante, bombo, tenor, platillos, un perfecto instrumento musical, y es que ahora pienso que mi abuela llamaba a mi mamá antes y le pedía le dijera lo que ella pensaba queríamos recibir de regalo, pues, en otra ocasión me regalaron varias cosas para pintar…. En casa de mi abuelo nunca faltaban atenciones, pues, lo teníamos todo.

Es grato para mi ahora recordar como en ocasiones me sentaba en la biblioteca de mi abuelo solo a mirar y contemplar la cantidad de cosas que en ella encontraba, sus plumas, sus libros, la verdad que era muy divertido…. Quien no recuerda el teléfono de pared que simulaba los antiguos de manilla y el teléfono negro que estaba en la biblioteca, de aquellos que aún se utilizaban (de discado)…. Pero, es que ahora veo a mi padre y es ver nuevamente a mi abuelo, pues, ambos son muy distintos y al mismo tiempo iguales, creo que ellos también lo sabían.
Continuará...

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