En cinco minutos

Hoy como todos los días, iniciamos el recorrido desde la casa hasta la estación del Metro. Como cada mañana, acompañado de mi esposa. Llegamos a la estación algo agotado y con falta de aire por el paso apurado, y es que cada mañana me tomo 5 minutos adicionales de sueño, que me controla y sede, mi peculiar y exclusivo despertador; mi adorable esposa.

Entramos al anden y esperamos los usuales 3 minutos hasta la llegada del tren, abrimos la puerta, lo hacemos oprimiendo el botón señalizado en la puerta, o girando una especie de manilla, este sistema lo usan los anteriores vagones. A esta hora de la mañana, el tren está casi lleno. Ubicamos a vuelo de pájaro algún sitio para sentarnos, pero, me detengo y al girar la vista, mis ojos se encuentran ante la mirada fija de un ocupante, no me extraña, pues, es normal ver que algunas miradas de los pasajeros se encuentren o se pierdan en el trayecto, esta persona era una mujer de tez morena y ojos almendrados, y no paraba de mirarme, era como si quisiera decirme algo.

Al paso de las estaciones observo que la chica no esta sola, la acompañan dos individuos de extraña apariencia, vestidos de negro, con gafas oscuras y con aspecto algo rudo y por demás misterioso, ella ni siquiera se atreve a mirarlos, al verme uno de ellos, intenta acercarse hasta mí, pero, la chica cambia de postura y sin siquiera mirarlos, capta la atención de ellos nuevamente. Paramos en la siguiente estación y consigo un asiento libre, me acerco y me siento, luego de acomodarme el maletín, levanto la cara y observo que la chica y sus acompañantes ya no están, en el tiempo que dispuse para sentarme, se habían trasladado al siguiente vagón, cuando miro a mis pies, me encuentro con un papel, lo tomo en mis manos y lo abro, y leo “por favor ayúdeme”, vuelvo mi mirada hacia el otro vagón y logro divisar nuevamente a la chica, en ese momento, sin que sus acompañantes se den cuenta, me hace una señal con los ojos, veo en ellos mucha angustia, y luego deja de verme, entendí que el papel con el mensaje me lo había dejado ella.

No había duda alguna, aquella chica estaba en problemas, porque? y quienes serán sus acompañantes?, muchas preguntas y ninguna respuesta, ni siquiera me atreví a acercarme a ella, para que nadie notase su angustia y mucho menos aquellas dos personas que la retenían, en ese momento oímos por los parlantes; “próxima estación…..”, pero, justo tan solo a unos 400 metros antes de llegar a la próxima estación, el tren se detiene y frena bruscamente, nos hemos quedado inmóviles y a oscuras. Aprovecho de trasladarme hasta la chica, me trato de ubicar entra tanta gente, teniendo la referencia visual del lugar donde ella estaba sentada, paso al siguiente vagón con la esperanza de poder hacer algo para ayudarle, en ese momento, se oyen el crujir de algo metálico y el chillido de las puertas, observo las sombras y logro identificar al trío de personas que han bajado del tren, eran ellos, se dirigían a la estación caminando a oscuras por la vía del tren, a lo lejos se divisiva la luz del anden de la próxima estación, apuré el paso e intenté llegar antes que ellos, pero, me llevaban algo de ventaja.

Suben por las escaleras mecánicas y aprovecho de subir por las otras escaleras, debido a que había bastante gente en las estación, me sirvió de camuflaje para que no me viesen al subir, logre llegar antes a la salida y diviso al personal de guardia de la estación y les informo de lo que esta pasando, inmediatamente activan un sistema de seguridad que pasaba desapercibido para el resto de los usuarios, tomo parte de un plan para distraer a los acompañantes de la chica, puesto que, me habían visto antes en el tren y sabían que algo me preocupó y me inquieto desde que los vi al entrar al vagón, en un descuido de los captores, los agentes de seguridad junto a la policía civil, logran capturarlos y liberar a la chica.

Ya finalizado el rescate, después de tanto ajetreó y angustia, miro el reloj y me doy cuenta de que es bastante tarde y que estoy retrasado en llegar al trabajo, de repente, entre tanta gente escucho mi nombre repetida veces, abro los ojos y me encuentro aún en casa, mi esposa me llama como siempre, para que me levante y nos vayamos al trabajo, que los cinco minutos ya han pasado, y que debemos apurarnos en tomar el Metro.

F. Jiménez

Comentarios

  1. En la época de las tarjetas perforadas conocí a este dormilón, que por cierto se parece mucho a mí, no sólo en el signo, sino también en la escogencia de nuestra alma gemela, igualmente mi amado esposo me da 5 minutos más. Lo que nunca imaginé que aquel amigo que comenzó a estudiar esa carrera de tarjetas perforadas, que no sabía exactamente, dónde iba a buscar trabajo al graduarse, ha debido tomar Letras y no números. Pero como yo no creo en el tiempo, te animo a que lo hagas ahora, me encantó tus 5 minutos. Esperando tu premio Nobel de Literatura, Messoriano

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Tan solo en dos días....

Cumpleaños